- Deuteronomy 4: 1-2, 6-8
- Psalm 15: 2-3, 3-4, 4-5
- James 1: 17-18, 21b-22, 27
- Mark 7: 1-8, 14-15, 21-23
Today is the first day of September. We are familiar with the song entitled, “September Morn,” sung by American songwriter Neil Diamond and released in 1979. The song is about a couple who broke-up and eventually met again wondering if the fire of love was still there. The story applies also to our spiritual life when we are in doubt of our love for God until we give ourselves another chance. Nevertheless, let us remember that the love of God is always constant and faithful. The readings today revolve around our roller coaster relationship with the Lord which started with the chosen people of Israel.
In the first reading today taken from the book of Deuteronomy, Moses challenges the chosen people of God to take to heart the Word and act on it by obeying the law and the precepts. The Israelites must walk blamelessly in the presence of the Lord by putting all into action all the days of their lives. This book, Deuteronomy, simply means the second law which the Israelites believe that all the precepts are not a restriction, but the way to freedom or liberation. Through centuries, even today, the Jewish people are constantly guided by their pursuit of intimate relationship with their God and their neighbors. Their first law is the Torah, the first five books of the Old Testament. In today’s passage, Moses clearly asks the chosen people to faithfully observe the Shema, which means above anything and everything is God alone.
In the second reading from the Letter of James, the writer stresses that we must not only be hearers of the Word but doers of the Word. The Word of God isn’t only purely mental, but also we need to put it into action and service. Hearing implies more; it encourages us to action or to do something good.
According to the gospel today, Jesus responds to the criticism against His disciples’ poor practice of the minute details of the human precepts of external cleanliness. How did Jesus confront those who criticized Him and His disciples?
First, Jesus emphasizes that what is important is what is going on inside of a person. The ritual purification of hands and food is not part of the Torah, rather it is an imposed practiced tradition of the elders and the rabbis.
Second, Jesus responds by critiquing the hypocrisy of religious leaders who pay more attention to external cleansing rather than focusing on the inspired Word, which guides people closer to God, and then putting into practice in their daily lives the gift of faith they received and exercising the assent to the will for a genuine purity of the heart.
Third, Jesus remarks that failing to perform external acts of purification does not make the person dirty, defiled or filthy, but rather what is in a person’s intention, thoughts, attitudes, etc., are what defile a person. Whoever is not practicing what his/her heart believes or failing to do good things is considered to be disobedient to God.
To summarize the message of the gospel today, it stresses that our faith must be made manifest in how one lives one’s life. It is not enough for one to merely hear God’s Word and intellectualize our faith, but what is important is to be a doer of the Word, which is putting into practice what we hear and believe.
Let our understanding of the word “obedience” clearly point to the two words from Latin, “to listen and to hear.” Thus, being obedient to the LORD requires two things: first, to listen to HIS WORD and second, to hear what the Lord is saying to us. It is, indeed, that God has spoken and given the chosen people ten commandments and other spoken precepts so that keeping them to heart makes us become closer to Him. Knowing how much God loves us, we should be empowered to go out and love one another as Jesus has loved us.
This is how we become blameless and able to dwell on God’s holy presence, not just now but forever. Let us be guided by these words of St. James, “Religion that is pure and undefiled before God and the Father is this: to care for orphans and widows in their affliction and to keep oneself unstained by the world.”
How do I listen to the Word of God? How do I encourage others to respond to God’s Word that they too become “doers” of the Word also? Do I share the transforming Word of God to others?
God bless you.
Fr. Arlon, osa
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El Dictado del Corazón
Vigésimo-Segundo Domingo del Tiempo Ordinario, Año B (1 de septiembre)
- Deuteronomio 4: 1-2, 6-8
- Salmo 15: 2-3, 3-4, 4-5
- Santiago 1: 17-18, 21b-22, 27
- Marcos 7: 1-8, 14-15, 21-23
Hoy es el primer día de Septiembre. Estamos familiarizados con la canción titulada “September Morn”, cantada por el compositor estadounidense Neil Diamond, lanzada en 1979. La canción trata sobre una pareja que se separó y finalmente se reencontró preguntándose si el fuego del amor todavía estaba allí. La historia se puede aplicar también a nuestra vida espiritual, cuando dudamos de nuestro amor por Dios, hasta que nos damos otra oportunidad. Sin embargo, recordemos que el amor de Dios es siempre constante y fiel. Las lecturas de hoy giran en torno a nuestra relación de montaña rusa con el Señor que comenzó con el pueblo elegido de Israel.
La primera lectura de hoy tomada del libro de Deuteronomio, Moisés desafía al pueblo elegido de Dios a tomar en serio la Palabra y actuar de acuerdo con ella, obedeciendo la ley y los preceptos. Los israelitas deben caminar sin culpa en la presencia del Señor poniendo todo en acción todos los días de sus vidas. Este libro, Deuteronomio simplemente significa la segunda ley que los israelitas creen que todos los preceptos no son una restricción sino el camino hacia la libertad o la liberación. A través de los siglos, incluso hoy, el pueblo judío se ha guiado constantemente por su búsqueda de tener una relación íntima con su Dios y sus vecinos. Su primera ley es la Torá, los primeros cinco libros del Antiguo Testamento. En el pasaje de hoy, Moisés pide al pueblo elegido observar fielmente el Shemá, que significa, por encima de todo y de cualquier cosa está solo Dios.
En la segunda lectura de la Carta de Santiago, el escritor enfatiza que no solo debemos ser oidores de la Palabra sino hacedores de la Palabra. La Palabra de Dios no es solo puramente mental sino que también debemos ponerla en acción y servicio. Escuchar implica más, nos anima a actuar o a hacer algo bueno.
Según el evangelio de hoy, Jesús responde a las críticas contra la mala práctica de sus discípulos de los minuciosos detalles de los preceptos humanos de limpieza externa. ¿Cómo confrontó Jesús a quienes lo criticaron a Él y a sus discípulos?
Primero, Jesús enfatiza que lo importante es lo que sucede dentro de una persona. La purificación ritual de las manos y los alimentos no es parte de la Torá, sino que es una tradición impuesta y practicada por los ancianos y rabinos.
En segundo lugar, Jesús responde criticando la hipocresía de los líderes religiosos que prestan más atención a la limpieza externa en lugar de centrarse en la Palabra inspirada que guía a las personas más cercanas a Dios. Y luego poner en práctica en su vida diaria el don de la fe que recibieron y ejercer el asentimiento a la voluntad para una genuina pureza de corazón.
En tercer lugar, Jesús señala que no realizar actos externos de purificación no hace que la persona sea sucia, contaminada o inmunda, más bien, lo que está en la intención, los pensamientos, las actitudes, etc. de una persona es lo que contamina a una persona. Quien no está practicando lo que su corazón cree o deja de hacer cosas buenas se considera desobediente a Dios.
Para resumir el mensaje del evangelio de hoy, enfatiza que nuestra fe debe manifestarse en cómo uno vive la vida. No basta con que uno simplemente escuche la Palabra de Dios e intelectualice su fe, sino que lo importante es ser hacedores de la Palabra, es decir, poner en práctica lo que escuchamos y creemos.
Dejemos que nuestra comprensión de la palabra “obediencia” apunte claramente a las dos palabras del latín “escuchar y oír”. Por lo tanto, ser obediente al SEÑOR requiere dos cosas: primero, escuchar SU PALABRA. Segundo, escuchar lo que el Señor nos está diciendo. Es, en efecto, Dios quien ha hablado y dado al pueblo escogido los diez mandamientos y otros preceptos, hablados para que guardarlos en el corazón nos acerque más a Él. Sabiendo cuánto nos ama Dios, debemos estar capacitados para salir y amarnos unos a otros como Jesús nos ha amado.
Así es como nos volvemos irreprensibles y capaces de morar en la santa presencia de Dios, no solo ahora sino para siempre. Dejémonos guiar por estas palabras de Santiago: “La religión pura y sin mancha delante de Dios Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones y guardarse sin mancha del mundo”.
¿Cómo escucho la Palabra de Dios? ¿Cómo animo a otros a responder a la Palabra de Dios para que ellos también se conviertan en “hacedores” de la Palabra? ¿Comparto la Palabra transformadora de Dios con los demás?
Dios los bendiga.
Padre Arlon, osa