Today is the 25th Sunday in Ordinary Time, Year B. Our human tendency is to be great, to achieve recognition, to have power and control, seeking respect and honor; however, Jesus’ concept of becoming great is service and humility. When we are confused, broken and detached from reality, we must focus on God in searching for the right way to greatness and seeking Christ’s guidance in the silence of our hearts.
The first reading today, from the Book of Wisdom, teaches us that when we put the just to the test and let him suffer, we call this cruelty. We won’t justify any evil intent towards others. This is the wicked lamentation which we need to avoid. Let us not tempt the Lord by doing what is contrary to His will. If we succumb to jealousy and selfish ambition, then we deny ourselves of receiving God’s grace of conversion.
The second reading, taken from the Letter of James, is written to the Jewish Christian community to ensure pastoral guidance. St. James wrote, “The fruit of righteousness is sown in peace for those who cultivate peace.” This message is obviously clear that the Kingdom of God is to bring peace and encourage the community to avoid evil and unbecoming behaviors, like jealousy and selfish ambition.
Faithfulness to the Lord is our priority. We must be open to the continuous call to conversion. Conversion is an on-going process, not only a single event, but a continuous doing of righteousness as transformed disciples of Christ.
Today’s gospel from Mark narrates to us the impending passion and death of our Lord, which is also mentioned in the 1st reading today from the Book of Wisdom, “He will be tortured and put to the test, condemned to a shameful death.” From this prophesy in the Old Testament, it reveals this prediction of Christ’s passion, referring Jesus to be a “just one.” Though the disciples’ reactions would be fearful and confused for not having full understanding, this passage from St. Mark presents to us Jesus’ identity.
I invite you to reflect on four important points in today’s gospel.
First, Jesus recognizes the difficulty of His disciples in their slowness in understanding. The followers of the Lord need to be ready, embracing His life, the cross, and the reality of death. The difficulty lies on anyone being focused on self and who remains in direct opposition to focus on God. I believe that no one can move toward God if he allows himself to be a self-absorbed person.
Second, Jesus asks them, “What were you arguing about on the way?” Jesus didn’t get an answer to his question, only silence. However, Jesus knew exactly what they were arguing about, but He asked the question, not for His sake, but for the disciples whom Jesus had invited for self-reflection and what it means to be great. The disciples were attacked by self-centered ego and looking at their better selves. Thus, Jesus is trying to engage them to examine their inward selves.
Third, Jesus sat down and called them together for this important teaching moment. It shocked all of them to hear His words, “If anyone wishes to be first, he shall be the last of all and the servant of all.” Those who want to be first will be the last, so in that sense, desiring to be servants they must serve others. Being servants, we look to Jesus as our criterion in everything, giving oneself as a faithful servant for many in His passion and death
Fourth, Jesus took a child, and said, “Whoever receives this child such as this in my name, receives me, and whoever receives me, receives not me but the One who sent me.” In this comparison brought up by Jesus, He isn’t talking about the child, but rather He’s talking about what the child represents. Jesus does not say that greatness is in being a child and/or being childlike. I believe that greatness is in welcoming the child, representing those who are vulnerable. We need to be available to journey with those who are lost and marginalized.
Today, Jesus is speaking to us throughout the readings. Becoming servants is a challenge and seems difficult, but Jesus is getting us to be His children. God wants us all to be true witnesses, not just content to have knowledge of faith, but to go, to act and to serve. Our attitudes and behaviors must imitate that of Jesus, seeking God’s glory by keeping our mission and commitment to the poor and underprivileged. We are Christs to others by denying ourselves, taking up His cross and following Him.
God bless you.
Fr. Arlon, osa
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El Dictado del Corazón
Vigesimo-Quinto Domingo del Tiempo Ordinario, B
- Sabiduría 2:12.17-20
- Salmo 54:3-4.5.6.8
- Santiago 3:16-4:3
- Marcos 9:30-37
Hoy es el Vigésimo Quinto Domingo del Tiempo Ordinario, Año B. Nuestra tendencia humana es ser grandes, alcanzar reconocimientos, tener poder y control, buscando respeto y honor; sin embargo, el concepto de Jesús de llegar a ser grande es el servicio y la humildad. Cuando estamos confundidos, rotos, desconectados de la realidad, debemos centrarnos en el amor de Dios en busca del camino correcto hacia la grandeza y buscar la guía de Cristo en el silencio de nuestros
corazón.
La primera lectura de hoy del Libro de la Sabiduría nos enseña que cuando ponemos a prueba al justo y lo dejamos sufrir, a eso lo llamamos crueldad. No justificaremos ninguna mala intención hacia los demás. Esta es la lamentación malvada que debemos evitar. No tentemos al Señor haciendo lo contrario a Su voluntad. Al sucumbir a los celos y la ambición egoísta, entonces, nos negamos a recibir la gracia de Dios de la conversión.
La segunda lectura tomada de la Carta de Santiago está escrita a la comunidad judía cristiana para asegurar una guía pastoral. Santiago escribió: “El fruto de la justicia se siembra en paz para quienes cultivan la paz”. Este mensaje es claro en que el Reino de Dios debe traer paz y alentar a la comunidad a evitar comportamientos malos e impropios, como los celos y la ambición egoísta. La fidelidad al Señor es nuestra prioridad. Deben estar abiertos a continuos llamados a la conversión. La conversión es un proceso continuo; Este no es solo un evento único sino un continuo hacer justicia como discípulos transformados de Cristo.
El evangelio de hoy de Marcos nos narra la inminente pasión y muerte de nuestro Señor que también se menciona en la primera lectura de hoy del Libro de la Sabiduría: “Será torturado y puesto a prueba, condenado a una muerte ignominiosa”. A veces, esta profecía en el Antiguo Testamento revela esta predicción de la pasión de Cristo refiriéndose a Jesús como un “justo”. Aunque las reacciones de los discípulos serían temerosas y confusas por no tener una comprensión completa, este pasaje de San Marcos presenta la identidad de Jesús.
Vamos a reflexionar sobre cuatro puntos importantes en el evangelio de hoy.
Primero, Jesús reconoce la dificultad de sus discípulos y su lentitud al comprender. Los seguidores del Señor deben estar listos para abrazar su vida, la cruz y la realidad de la muerte. La dificultad radica en cualquiera que esté centrado en sí mismo, que permanece en oposición a centrarse en Dios y nadie puede acercarse a Dios siendo una persona egocéntrica.
En segundo lugar, Jesús les pregunta: “¿De qué discutían en el camino?” Jesús no obtuvo respuesta a su pregunta, solo silencio. Sin embargo, Jesús sabía exactamente de qué estaban discutiendo. Pero hizo preguntas no por Él mismo, sino por los discípulos a quienes Jesús los invitó a reflexionar sobre sí mismos y sobre lo que significa ser grande. Los discípulos estaban siendo atacados por egos egocéntricos y buscaban su mejor yo. Por lo tanto, Jesús está tratando de interactuar con ellos para examinar su YO interior.
En tercer lugar, Jesús se sentó y convocó a todos para este importante momento de enseñanza. Todos se sorprendieron al escuchar sus palabras: “Si alguno quiere ser el primero, será el último de todos y el servidor de todos”. Aquellos que quieran ser primeros serán los últimos, así que en ese sentido, desear ser siervos debe servir a los demás. Siendo siervos, miramos a Jesús, nuestro criterio en todo, entregándonos a los muchos en su pasión y muerte como siervo fiel.
En cuarto lugar, Jesús tomó a un niño y dijo: “El que reciba a este niño como este en mi nombre, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, no me recibe a mí, sino al que me envió”. En esta comparación planteada por Jesús no está hablando del niño, sino de lo que el niño representa. Jesús no dice que la grandeza está en ser un niño o en ser como un niño. La grandeza está en acoger al niño y representar a los vulnerables. Necesitamos estar disponibles para acompañar a los perdidos y marginados.
Hoy, Jesús nos habla a través de las lecturas. Convertirse en un siervo es un desafío y parece difícil. Pero Jesús nos está haciendo ser sus hijos. Dios quiere que todos seamos verdaderos testigos, no solo contentos con conocer la fe, sino que vayamos, actuemos y sirvamos. Nuestras actitudes y comportamientos deben imitar los de Jesús, buscando la gloria de Dios manteniendo nuestra misión y compromiso con los pobres y desfavorecidos. Somos Cristo para los demás al negarnos a nosotros mismos, tomar Su cruz y seguirlo.
Dios los bendiga.
Padre Arlon, osa