The Dictate of the Heart: 5th Sunday of Lent, Year A

Today is the 5th Sunday of Lent. Five weeks is too long for those who have trouble focusing on being absorbed by penance, prayer, and charitable works. However, those who are faithful and ascetic desire more time spent in God’s presence.

We continue to dedicate our precious time in fulfilling Lenten discipline. We look forward to celebrating Christ’s Resurrection. We want to jump from the tomb of our heart’s pains and disappointments and find comfort in the power of God to live again, to rise from slumber, and to grow from our empty or broken hearts and souls.

We read from the excerpts of Ezekiel in our first reading today which narrates the vision of Ezekiel about the chosen people who are in exile and in captivity. They are leaving their beloved land, and the voice of the Lord tells the prophet to call these bones back to strengths and flesh. They would experience being reborn by the warmth of the breath of God in their true land in order to awaken their spirits.

In the second reading taken from the letter to the Romans, St. Paul seems to emphasize more on the presence of the spirit in the whole resurrection process. St. Paul says, “But if Christ is in you, although the body is dead because of sin, the spirit is alive because of righteousness.”

All the readings today encourage us to have that faith in the resurrection of the body at God’s hand which becomes the central message.

Today’s gospel about the story of Lazarus gives us clear hope believing in Jesus, who promises resurrection at the end of our earthly journey. There is eternal life in Jesus, our Lord. However, knowing this story, we cannot just focus on Jesus’ miracle, but rather establish a profound and personal relationship with Him. We are being led to process ourselves in understanding this passage:

First, Jesus says to Martha that those believing in Him will surely have eternal life and those who do believe will never die. When Jesus asks her if she believes, she says simply, “Yes Lord.” This is an expression of Faith.

St. Augustine supported the idea that faith is needed not only in things that are beyond reason because true and genuine faith can attain an illuminative role to safeguard failings and errors. In the case of Martha, the fact that she said, yes, her reason was illuminated by faith and faith informed by reason; hence, it serves the reference of her judgment which corresponds to her decision and action. Today, Jesus calls us to a decision of belief.

Second, Jesus brings Lazarus back to life, and he went out from the tomb. The power to restore or resuscitate Lazarus is a message to those spectators that believing is “living,” from the darkness of unbelief into the light of faith.

Third, Jesus’ way of restoring the life of his friend is not the resurrection per se. Jesus does not take away all forms of death and confinement from Lazarus. He would still taste death, but he was able to wake up in order to return home and come back into the human experience for a while in order to become an instrument for many to believe in Jesus. Jesus is the Messiah, who has the power to raise man from death.

Fourth, Jesus was heading to Jerusalem towards His destiny awaiting Him to be condemned, to face death, and to have His glorious resurrection. Jesus does offer as the “giver of life” and eventually, He Himself as the Resurrection. This passage is to reminisce on following the Lord where our human pains, struggles and losses would take us into a different new life.

In these remaining weeks of the season of Lent, let us free ourselves from doubts and troubled spirits, for Jesus is the fulfillment of scriptures. There should be no doubts, no need for more signs, like the early Israelites who were looking for more signs, instead of believing and accepting Jesus as the Messiah, who can raise up the dead, heal the sick, and expel demons, which are all substantially validating pieces of evidence.

God bless you.

Fr. Arlon, osa

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El Dictado del Corazón
Quinto Domingo de Cuaresma, Año A.

  • Ezequiel 37:12-14
  • Salmo 130:1-2,3-4,5-6,7-8
  • Romanos 8:8-11
  • Juan 11:1-45

Hoy es el Quinto Domingo de Cuaresma. Cinco semanas es demasiado tiempo para aquellos que tienen problemas para concentrarse en estar absortos en la penitencia, la oración y las obras de caridad. Sin embargo, aquellos que son fieles y penitentes, desean pasar más tiempo en la presencia de Dios.

Seguimos dedicando nuestro precioso tiempo a cumplir la disciplina de Cuaresma. Estamos ansiosos por celebrar la Resurrección de Cristo. Queremos saltar de la tumba de los dolores y desilusiones de nuestro corazón y encontrar consuelo en el poder de Dios para vivir de nuevo, levantarnos del sueño y crecer desde nuestro corazón y alma que se encuentran vacíos o rotos.

Leemos en la primera lectura de hoy, la visión de Ezequiel sobre el pueblo elegido que está en el exilio y el cautiverio. Se van lejos de su amada tierra. Y la voz del Señor le dice al profeta que recupere la fuerza y la carne de estos huesos. Experimentarían renacer por el cálido soplo de Dios en su verdadera tierra para despertar su espíritu.

En la segunda lectura tomada de la carta a los Romanos, san Pablo parece subrayar la presencia del espíritu en todo el proceso de la resurrección. San Pablo dice: “Pero si Cristo está en nosotros, aunque el cuerpo esté muerto a causa del pecado, el espíritu vive a causa de la justicia”.

Las lecturas de hoy nos animan a tener una fe en que la resurrección del cuerpo por manos de Dios, se convierte en el mensaje central. El evangelio de hoy sobre la historia de Lázaro nos da una clara esperanza en creer aún más en Jesús, quien promete la resurrección al final de nuestro camino terrenal. Hay vida eterna en Jesús, nuestro Señor. Sin embargo, conociendo esta historia, no podemos centrarnos únicamente en el milagro de Jesús, sino establecer una relación profunda y personal con Él. Estamos siendo guiados a procesarnos a nosotros mismos, en la comprensión de este pasaje:

Primero, Jesús le dice a Marta “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá”. Cuando Jesús le pregunta “¿Crees tu esto? Ella simplemente le responde “Sí, Señor”. Esta es una expresión de fe.

San Agustín apoyó la idea de que la fe es necesaria no solo en las cosas que están más allá de la razón, porque la fe verdadera y genuina puede alcanzar una iluminación para salvarnos de las fallas y los errores. En el caso de Marta, el hecho de que ella dijera SÍ, su razón estaba iluminada por la fe y la fe informada por la razón, por lo tanto, sirve como referencia de su juicio que corresponde a su decisión y acción. Hoy, Jesús nos llama a una decisión de fe.

Segundo, Jesús resucita a Lázaro y Lázaro sale de la tumba. El poder de restaurar o resucitar a Lázaro es un mensaje para llevar a aquellos espectadores que creer es “vivir”, de las tinieblas de la incredulidad a la luz de la fe.

Tercero, la forma en que Jesús restaura la vida de su amigo no es la resurrección por decir. Jesús no quita todas las formas de muerte y encierro de Lázaro. Todavía probaría la muerte, solo tenía que despertarse para regresar a casa, y regresar a la experiencia humana por un tiempo más, para convertirse en un instrumento de la Gracia de Dios, para que muchos creyeran en Jesús. Jesús es el Mesías, que tiene el poder de resucitar a un hombre de la muerte.

Cuarto, Jesús se dirigía a Jerusalén hacia Su destino, esperándolo para ser condenado, enfrentar la muerte y tener Su gloriosa resurrección. Jesús se ofrece como el “dador de vida” y eventualmente, Él es la Resurrección. Este pasaje es para recordar, para que seguir al Señor donde nuestros dolores, luchas y pérdidas humanas nos lleven a una nueva vida diferente.

Estas semanas restantes del tiempo de Cuaresma, librémonos de dudas y espíritus turbados porque Jesús es el cumplimiento de las escrituras. Sin duda, no hay necesidad de más señales, al igual que los primeros israelitas que buscaban más señales, en lugar de creer y aceptar a Jesús como el Mesías, que puede resucitar a los muertos, sanar a los enfermos, expulsar demonios, son evidencia sustancialmente validas.

Dios los bendiga.

Padre Arlón, osa

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