There was a little girl who was surprised knowing that the baby Jesus in the crib was gone. She cried and went to her room, and she asked for God’s help. She prayed, “God the Father, if you don’t help me find the baby Jesus, I will totally pull off all the lights from the Christmas tree.” I think I will do the same if you don’t find Jesus in your heart; I will turn off the sound system and the lights in this church tonight.
Brothers and Sisters, let us reflect on the inspiring readings that we heard. In the first reading the prophet Isaiah proclaims: “The people who walked in darkness have seen a great light; upon those who dwelt in the land of gloom a light has shone.” To say that we have not found Jesus in our hearts means that we are walking in the dark and dwelling in a land of uncertainties. We experience anxiety, fear, frustration, anger, and sadness. Let us ask, “When will I find Jesus in my heart again?”
I would like to share one of the stanzas of a Christmas song, composed by a Filipino singer. Jose Mari Chan,
“Let’s sing Merry Christmas and a happy holiday! This season may we never forget the love we have for Jesus. Let Him be the One to guide us as another new year starts.
And may the spirit of Christmas be always in our hearts.”
This is the message of Christmas, Jesus has come, and Jesus must always be in our hearts. God made himself manifest in the person of His only Son, Jesus Christ. So, let us reflect on the powerful messages of the Goodnews.
First, Jesus, the Word made flesh, taking the risk to dwell with us in human history. St. Augustine says, “Begotten by the Father, He was not made by the Father; He was made Man in the mother whom He himself had made, so that He might exist here for a while, sprung from her who could never and nowhere have existed except through His power.” (sermon 191) Thus, Jesus humbles himself to journey with humanity proclaiming God’s perfect love and salvation for all.
Second, the Eternal Word taking on our human nature. What an enormous step taken by God who has desired to come close to us by taking on our flesh to prove this love over and over through His life and ultimately offering Himself on the Cross. St. Augustine reminds us of saying that, “What greater cause is there of the Lord’s coming than to show God’s love for us.”
Third, Jesus Christ, the Lord, tells us: I am the light of the world; he who follows me will not walk in darkness but will have the light of life. Indeed, Jesus is the Light who shines continuously on his church, his community of disciples who are walking toward the Kingdom of God. As members of the church, as disciples of Jesus, we are challenged this Christmas Day to continue the mission of Jesus to be the Light in our world. But how? Look at neighbor helping neighbor as they provide for whatever is needed in the moment. We just have to look around for the many examples of women and men who have responded to this call to be the light to the world.
Brothers and Sisters, the mystery of the Incarnation is indeed the central doctrine of our Catholic Faith. Let us take time to meditate and take pleasure of how our life has been saved by the tender child in a manger whose presence must always be in our hearts.
God bless you.
Fr. Arlon, osa
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Dictado del Corazon
Misa de Vigilia de Navidad
- Isaías 9:1-6
- Salmo 96: 1-2,2-3,11-12,13
- Tito 2:11-14
- Lucas 2:1-14
Había una niña que se sorprendió al saber que el niño Jesús que estaba en la cuna ya no estaba. Lloró y se fue a su habitación y pidió ayuda a Dios. Ella oró: “Dios Padre, si no me ayudas a encontrar al niño Jesús, apagaré toda la luz del árbol de Navidad”. Creo que haré lo mismo si no encuentras a Jesús en tu corazón, apagaré el sistema de sonido y la luz de esta iglesia esta noche.
Hermanos y hermanas, reflexionemos sobre las lecturas que hemos escuchado. En la primera lectura, el profeta Isaías proclama: “El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que habitaban en la tierra de las tinieblas, una luz ha brillado”. Es decir, que no hemos encontrado a Jesús en nuestros corazones significa que caminamos en la oscuridad y habitamos en una tierra de incertidumbres. Experimentamos ansiedad, miedo, frustración, ira y tristeza. Preguntémonos pues: “¿Cuándo volveré a encontrar a Jesús en mi corazón?”
Me gustaría compartir una de las estrofas de una canción navideña escrita por un compositor filipino, José Marie Chan; “¡Cantemos Feliz Navidad y felices fiestas! Que en esta temporada nunca olvidemos el amor que tenemos por Jesús.
Que Él sea el que nos guíe al comenzar otro nuevo año.
Y que el espíritu de la Navidad esté siempre en nuestros corazones”.
Este, es el mensaje de Navidad, Jesús ha venido y Jesús debe estar siempre en nuestros corazones. Dios se manifestó en la persona de su único Hijo, Jesucristo. Entonces, reflexionemos sobre los mensajes de la Buena Nueva.
En primer lugar, Jesús, el Verbo, se hizo carne asumiendo el riesgo de habitar con nosotros en la historia humana. San Agustín dice: “Engendrado por el Padre, no fue hecho por el Padre; Se hizo Hombre en la madre que Él mismo había hecho para existir aquí por un tiempo, surgido de ella, que nunca y en ninguna parte podría haber salido sino por Su poder”. (sermón 191) Así, Jesús se humilla para caminar con la humanidad proclamando el amor perfecto de Dios y la salvación para todos.
En segundo lugar, el Verbo Eterno asume nuestra naturaleza humana. ¡Qué paso tan enorme ha dado Dios que ha querido acercarse a nosotros tomando nuestra carne para demostrarnos este amor una y otra vez a través de su vida y finalmente ofreciéndose en la Cruz! San Agustín nos recuerda el dicho: “Qué mayor motivo hay para la venida del Señor, que mostrar el amor de Dios por nosotros”.
Tercero, Jesucristo, el Señor nos dice: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no caminará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. En efecto, Jesús es la Luz que brilla continuamente sobre su iglesia, su comunidad de discípulos que caminan hacia el Reino de Dios. Como miembros de la iglesia, como discípulos de Jesús, este día de Navidad tenemos el desafío de continuar la misión de Jesús de ser la Luz en el mundo. ¿Pero cómo? Mire a los vecinos ayudando a sus vecinos mientras proveen para lo que sea necesario en este momento. Sólo tenemos que mirar a nuestro alrededor para encontrar los muchos ejemplos de mujeres y hombres que han respondido a este llamado, de ser luz en el mundo empezando con quienes tenemos al lado.
Hermanos y hermanas, el misterio de la Encarnación es de hecho la doctrina central de nuestra fe católica. Tomemos tiempo para meditar y disfrutar de cómo nuestra vida ha sido salvada por el tierno niño en un pesebre cuya presencia debe estar siempre en nuestro corazón.
Dios los bendiga.
P. Arlón, osa